Monday, December 31, 2012


Diciembre 31, 2012
LOS PIPILES.   Antecedentes históricos de El Salvador       

Historiadores concuerdan que el pueblo Pipil que hallaron los españoles en Cuzcatlán descendía de tribus nahuas asentadas en el valle central de México y que emigraron a Centroamérica en los siglos VII y VIII de nuestra era.
Ignacio Barberena, Miguel Armas Molina, Antonio de Herrera, Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, y otros historiadores, apoyan el parentesco Azteca de los Pipiles basado en estudios étnicos y culturales como lengua, religión, calendario, costumbres
Los pipiles se mezclaron con las tribus que hallaron en la región de Centro América que ocuparon, además de recibir un refuerzo cultural con la llegada de los Toltecas en los siglos X y XI d.C. de aquí proviene la leyenda de Topiltzín Co Acatl, destronado rey sacerdote de Tula, quien fue obligado a emigrar por el año 999 d. C. a la región de Tlapallán.
El antropólogo estadounidense
John Alden Mason
incluso propuso una clasificación Pipil en su libro “Idiomas Indígenas y su Estudio”.

Tronco: Macro-penutiano
Rama: Azteco-taneano
Grupo: Utaztecano
Familia: Aztecoide
Subfamilia: Nahuatlán
Lengua: Náhuatl
                                                                                                                                                                    Variedad: Tolteca-chichimeca
Dialecto: Pipil

El fraile español Bernardino de Sahagún (1499-1590) escribió un libro llamado Historia General de Las Cosa de Nueva España, y es reconocido hoy como “el padre de la etnografía nahua”, él fue el primero en aportar datos sobre la organización sociopolítica de los pipiles.
Los pipiles tenían una organización sociopolítica similar a la de los otros pueblos de la región. El gobierno lo formaba un cacique, un consejo de ancianos, y cuatro capitanes.
En cada pueblo existía un Señor (tlatoani) que a la vez era juez principal, y era ayudado por cuatro tenientes.
Cuando moría el cacique le sucedía en el mando el hijo mayor, si no había hijos el mando pasaba al pariente varón más cercano. Las mujeres estaban excluidas del mando, pero podían heredar tierras, casas y esclavos.
Había entre los Pipiles una clase privilegiada de donde salían los señores que regían el estado, y otra clase, la más numerosa, donde estaba el resto del pueblo.

Existía el matrimonio y el concepto de familia como unidad social. El historiador Antonio de Herrera y Tordesillas en su libro “Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales”, libro conocido con el nombre más corto de “Las Décadas, Antonio de Herrera narra cómo se realizaban las bodas religiosas entre los pipiles: “… tomaba el sacerdote a los novios por los dedos menores (meñique), metíalos en una camarilla adonde había fuego, hacíales ciertas amonestaciones, y en muriéndose la lumbre, quedaban casados”.
Luego venía la fiesta donde se emborrachaban con aguardiente de maíz que Herrera llama “aguamiel” y agrega: “La borrachera era en las fiestas más solemnes, de noche, adonde revueltos hombres y mujeres, cometían unos con otros infinitas maldades contra Dios”…,  pero a la mujer no se le permitía bailar en público.

El arte pipil es característico del arte mesoamericano, se basaba en la religión, siendo la escultura, la arquitectura y cerámica, preponderantes.
Existen esculturas talladas en piedra llamadas “estelas”, con figuras antropomorfas y zoomorfas, especialmente adornando hachas y yugos, pero más toscas y menos acabadas que la de los mayas.
Arquitecturalmente construyeron pirámides como sus ancestros aztecas, y las ruinas de Tazumal,San Andrés son evidencias; pero solo en Joya de Cerén se puede apreciar la vida cotidiana del pueblo maya agrícola.


El canto, la música y la danza fueron otras manifestaciones culturales practicadas por los pipiles durante celebraciones religiosas y populares, pero dejaron muy poco tocante a dibujo y pintura.
Entre los instrumentos musicales tenían el teponaztle, una especie de tambor hecho de madera hueca, la flauta o chirimía, carapachos de tortugas, caracoles marinos..., aun tenían trompetas para convocar a la gente… pero no quedó nada sobre que cantaban, o que ritmo tocaban.
En las ciencias usaban el mismo sistema numérico común a los pueblos nahuas de la región.
Sabían medir los pasos del sol y las fases de la luna, pudiendo así predecir las estaciones secas y lluviosas que usaban para su siembra.
El calendario ritual pipil constaba de 260 días, común a toda Mesoamérica
ETIMOLOGIA: La palabra Pipil es un término náhuat que proviene de Pipiltzin que significa noble, señor o príncipe, aunque también se deriva de Pipiltoton, que significa niño, muchacho u hombrecito. El nombre fue dado a las tribus nahuas que había en El Salvador y otros países de Centroamérica, por los tlaxcaltecas y otros pueblos del mismo tronco lingüístico de México que estaban aliados con Pedro de Alvarado en la conquista de la región, supuestamente porque al escuchar el idioma pipil, les parecía un náhuatl mal pronunciado, con acento de niño. 

Alrededor del 800 dC algunos pobladores emigraron hacia el Soconusco, en la actual parte sur de México, dando origen a los pipiles, mientras las poblaciones que se quedaron dieron origen a los nonoalcas; a la vez ambos grupos empiezan a ser influenciados por los Toltecas.

En el 900 dC los pipiles emigraron hacia varias regiones de Guatemala, El Salvador y Honduras. Algunas poblaciones pipiles de Honduras emigraron a varias regiones de Nicaragua donde dieron origen a los Nicaraos (pueblo de habla náhuat que habitó alrededor del Lago Cocibolca).

En la actual Guatemala los pipiles fundaron Isquintepeque (actual Escuintla) y se vieron influenciados por las poblaciones mayas (cakchiqueles, quiches y Zutujiles). En lo que hoy es Honduras los pipiles habitaron en los valles de: Comayagua, Olancho y Aguán y en Choluteca y se vieron influenciados por la poblaciones mayas chortis.

En el actual El Salvador los pipiles fundaron alrededor del 1200 el Señorío de Cuzcatlán, nación que se extendía desde el río Paz hasta el río Lempa, es decir cubría gran parte del occidente y centro de El Salvador.

En 1524 fueron conquistados los pipiles de Isquintepeque por Pedro de Alvarado y en 1528 fue conquistado el Señorío de Cuzcatlán, para 1530 habían sido sometidas las poblaciones pipiles en Honduras y en Nicaragua.                            

Por la colonización, la opresión militar e imposición de la religión llego la asimilación española y se extinguieron las poblaciones pipiles en Guatemala, Honduras y Nicaragua. Sobreviviendo la lengua y cultura pipil en El Salvador.               

En 1932 se produjo un Levantamiento campesino que fue reprimido cruel y sanguinariamente por el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez provocando la muerte de unos treinta mil agricultores e indígenas pipiles. Esto causó que muchos abandonaran su cultura, lengua y tradiciones.

Este movimiento campesino de 1932 en El Salvador fue iniciado como una  protesta e insurrección que acabó en etnocidio. Las condiciones sociales se gestaron desde la llegada de los españoles a territorio salvadoreño, porque a partir de esa época la situación económica y social de los nativos se caracterizó por la constante decadencia de las condiciones de vida, la cual se incrementó en los años próximos a la independencia. Tras la adquisición de la  independencia de El Salvador, los gobiernos fueron propiciando la creación de un sistema tan desigual, que constantemente dejaba alejadas del progreso a las poblaciones nativas de los territorios del Señorío de Cuzcatlán. El Salvador, sumido en una profunda crisis económica por la caída de los precios del café y la crisis de 1929, se enfrentó a una oleada de protestas y rebeliones contra el sistema desigual de tenencia de tierras, que se agudizaron con las reformas presidenciales que despojaban a los campesinos de sus tierras  para darlas a los grandes terratenientes.

 Campesinos e indígenas se levantaron contra el gobierno y atacaron instalaciones militares en el occidente del país,  unida a una rebelión organizada por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) tras perder las elecciones que posteriormente acusaron de fraudulentas.

El resultado fue una respuesta militar del gobierno del General  Maximiliano Hernández Martínez, quien ordenó la ejecución de todo aquel que se alzase contra el régimen. Algunos autores estiman una cifra cercana a los 30.000 fallecidos.  Hasta la fecha, se sigue conmemorando los hechos como uno de los episodios más emblemáticos y determinantes en la historia de El Salvador, por sus secuelas políticas, económicas y ante todo, culturales.                     
Teniendo en cuenta que  durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras tres décadas del siglo XX, la economía salvadoreña se sostuvo gracias al cultivo del café, de tal forma que dicha época se conoce como la "república cafetalera". En tal sentido, la caída de los precios del café significó el despido masivo de campesinos y el cierre de varias haciendas, lo cual llevaría a una crisis económica muy profunda.
El cultivo del fruto de café, la limpieza, procesado y exportación del  principal producto agrícola de El Salvador fue entre 1880 y 1920.
El sector cafetalero nacional había surgido por la acumulación de riquezas por parte de un pequeño grupo de hacendados y comerciantes, los cuales, aprovechando el negocio cafetalero, habían acaparado una gran cantidad de terrenos, dando empleo a campesinos, buena parte de ellos indígenas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el empleo brindado por los hacendados fue deformándose hasta convertirse en explotación, ya que la paga era muy poca y el trato hacia los campesinos era despótico. Para finales de 1930, la paga en las haciendas consistía en dos tortillas de maíz y dos cucharadas de frijoles cocidos al inicio y al final de la jornada. Como agravante, se usaban fichas (como monedas locales) con las que se pagaba en las haciendas, y que solo podían ser cambiadas por productos en la tienda que pertenecía al mismo dueño del cafetal, existían pues,  monopolios locales que encarecían el alimento. Se calcula que la alimentación en la época para un jornalero al día era menos de $0.50 (actual), por lo cual los beneficios de los hacendados eran bastante considerables. De hecho, para 1924, la producción total de café variaba entre 32 y 53 millones de kilogramos. El precio por cada quintal (46 kilogramos), oscilaba en 42.55 colones (C2.50=$1.00); el cálculo de costos de producción para un quintal era de 13 colones, de los cuales dos iban a las manos del trabajador, uno a las arcas del Estado, uno a los vendedores de insumos y nueve a los hacendados. 

 El pago del hacendado al trabajador era bajísimo, según lo declarado el 5 de febrero de 1932 por el delegado estadounidense en San Salvador, W. J. McCafferty, en una carta dirigida hacia su gobierno explicando la situación salvadoreña, donde expresaba que un animal de labranza tenía más valor que un trabajador porque la demanda era alta y su  comercializacion dejaba mejores dividendos. McCafferty informó, desde su punto de vista, todo lo ocurrido al gobierno estadounidense.

Tratando de detener el movimiento insurreccional, la policía nacional capturó y encarceló  al líder del Partido Comunista Salvadoreño, Farabundo Martí, y a los dirigentes de agrupaciones estudiantiles universitarias, Alfonso Luna y Mario Zapata. Se les decomisaron documentos que probaban los planes de insurrección, los cuales se usaron posteriormente en juicios militares.
Pese al golpe moral y la organizacion sufrido por el Partdo Salvadoreño Salvadoreño, la insurrección no se canceló. La dirigencia comunista se reintegró a los planes originales en la medida de la posibilidad de realizarlos. A finales del mes de Enero de 1932, la situación nacional tomó tintes caóticos; los cuerpos de seguridad acababan con cualquier grupo o individuo que se involucrase en actos subversivos o revolucionarios. A la vez que el PCS realizaba su levantamiento, los indígenas del occidente se alzaron contra el régimen en protesta por sus pobres condiciones de vida; la coincidencia (¿casualidad o coordinación?) de fechas entre ambos alzamientos, hicieron que las fuerzas armadas les diesen igual tratamiento a ambos movimientos. Tras los eventos de finales de Enero, Martí, Luna y Zapata fueron sometidos a un consejo de guerra y condenados a muerte. La sentencia fue ejecutada el 1 de febrero de 1932

El General Maximiliano Hernández Martínez, encabezó un gobierno autoritario y ultraconservador desde 1931 hasta ser derrocado por una huelga general en Abril de 1944.
El general se sentía muy atraído por los éxitos de los gobiernos fascistas europeos, en especial por Hitler y Mussolini. De hecho, en 1938 nombró director de la Escuela Militar a Eberhardt Bohnstedt, general del ejército alemán. Abrió relaciones diplomáticas con el dictador español Francisco Franco; sin embargo, estando bajo la presión de los Estados Unidos (principal comprador de café a este país), tuvo que olvidarse de sus simpatías y aceptó alinearse al lado de los Aliados
. Ese cambio en su política exterior, al igual que la represión contra los comunistas y opositores a su gobierno, le permitió obtener mayor apoyo de Washington. Sin embargo, la situación cambió ante la negativa de Hernández Martínez de recibir a 30 soldados estadounidenses para dar protección al Canal de Panamá. El motivo que Hernández Martínez adujo para rechazar el pedido de Estados Unidos fue que, dado que las tropas que arribarían tendrían un porcentaje de soldados de raza negra, era un riesgo el que se reprodujesen en El Salvador y que diesen niños de color al país.                             
 En El Salvador no había habitantes de raza negra porque al no tener costa atlántica la importación de esclavos africanos para cultivar las bananeras de la United Fruit de Estados Unidos;  quedó limitada a Guatemala, Belice, Honduras Nicaragua y Costa Rica.                                                                                                                   
 En la política, referente directamente a la población, hizo predominar sus costumbres teosóficas. Por ejemplo, cuando se desató una peste de viruela, el presidente ordenó forrar con papel azul las lámparas de las plazas, esperando que los médicos invisibles salvasen a los que estaban destinados a vivir. Entre otras cosas, estableció que todo aquel que pidiese educación debía ser considerado comunista, negando especialmente el acceso a la educación a los obreros y asalariados porque, en sus palabras, pronto dejaría de haber personas dispuestas a trabajar en tareas de limpieza.
Ser culto en  el Salvador significa negar la cultura original y adoptar las foráneas, de España, Inglaterra y Estados Unidos; con el fin de “borrar la huella heredada de la raza indígena”. Existe una actitud despectiva al referirse a hechos históricos, a héroes o mártires de gestas contra la conquista, colonialismo e injusticia, por ejemplo, la del indio nonualco Anastasio Aquino, en 1833; la insurrección campesina liderada por Farabundo Martí en la que participaron los indios José Feliciano Ama, Francisco Sánchez y Modesto Ramírez, en 1932.                              
En Enero de 1932, Alfonso Luna, Mario Zapata  -líderes estudiantiles de izquierda-  fueron fusilados por haberles sido encontrados panfletos de apoyo al Partido Comunista Salvadoreño.  
Esta actitud es una manifestación que llega al racismo e impone una versión guanaca del “apartheid” en El Salvador.                                                      
La dura realidad que prevalece hoy, desde la época de la conquista, el salvadoreño es tratado como ciudadano de segunda clase dentro del territorio nacional y el malinchismo concede más valor al extranjero que a los nativos.


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