¡!
CALLA, ENMUDECE ¡!
TALMIDA
Púlpito
Virtual
Marcos 4:35-41 “Aquel día, cuando llegó
la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le
tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero
se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un
cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que
perecemos. Y levantándose, reprendió al
viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el
viento, y se hizo grande bonanza. Y
les dijo: ¿Por
qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces
temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el
viento y el mar le obedecen?”
Este pasaje ocurrió después que Jesús había
predicado sobre la parábola del sembrador; que la luz manifiesta lo escondido;
del crecimiento de la semilla y de la mostaza; les decía que les hablaba en
parábolas pero que a ellos se las explicaba. ¿Por qué? Porque Dios
siempre ha tratado con sus hijos en forma individual. EL es un Dios individual
que desea establecer una relación personal con cada discípulo. Lo hizo con
Abraham, Moisés, María, Jacob, Noemí y Rut,
en otras palabras, El es Dios de personas con nombre. El es tu Dios, es
mi Dios y de cada uno de nosotros. Cuando yo me acerco a Su presencia, sabe
como me llamo, conoce mis debilidades, mis sentimientos. Lo sabe porque aun desde
el vientre de mi madre ya me conocía. El me formó en sus entrañas. Y le conozco
porque mi espíritu recibió el soplo de vida que dio a mí ser. Mi embrión vieron
sus ojos cuando El me miraba en lo secreto (Salmo 139:16)
Cuando oímos Su llamado y le buscamos, nos
invita a pasar al otro lado. No nos llamó para que le sirvieramos en el mismo
lugar. Su invitación es para llevarnos a la tierra prometida y nos dice como a
Josué: cruza ese
Jordán, te voy a llevar a tu tierra prometida, a un lugar
donde no puede llegar Satanás. Por esa razón me llama su amigo; porque el
esclavo solo sirve en la casa pero el sabe lo que hará su Señor.
Claro que Jesús atiende a las multitudes, pero
la relación es diferente. La multitud se acerca y El le da una oportunidad. Les
predica, les enseña, los sana. Pero no pasan de ahí. La multitud sólo conoce su
poder, sus milagros, su Palabra ungida; pero no tiene una relación personal con
Jesús. Por eso la multitud es religiosa, porque no se mete a la barca por temor
a la tempestad y se queda en la orilla. Pero el discípulo ha vivido la prueba
porque ha estado en medio de la tormentas, le ama y le sirve porque sabe que sólo
El puede decir: ¡Calla
enmudece!. El discípulo
ha pasado la zozobra de la embarcación; pero sabe que aunque Jesús descansa,
tiene la tormenta bajo control.
la multitud le
sirve por temor de ser castigado. El discípulo, no teme al castigo, sino a
ofenderlo porque reverencia a Su Nombre.
Cuando tomamos el Camino, nuestras
dificultades no desaparecen, se manifiestan.
37 “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.”
Al venir a Jesús, nuestras vidas comienzan a tomar un nuevo camino. Un camino que nos lleva a la perfecta voluntad de Dios. Es el alfarero y nosotros el barro en sus manos. El enemigo de las almas se enfurece al ver que aquél que iba rumbo al infierno ahora va camino al cielo, con vestiduras nuevas, con otra forma de hablar, con sentimientos sanos, y más todavía, con un nuevo acompañante dirigiendo su vida: el Rey de reyes. Inmediatamente comienza a lanzar dardos de fuego contra nuestra mente. Muchas veces, las tormentas se hacen violentas y tal pareciera que nuestra nave se hunde.
En esas tormentas, viene tristeza, algunas por problemas en el hogar aun con los seres que mas amamos. Otras, por enfermedades corporales, que nos debilitan, nos impiden poder servir a nuestro Cristo como anhelamos. Otras, por batallas internas contra nuestra propia carne por continuas tentaciones que nos llevan a vicios, a pérdida de tiempo precioso, tanto que en lugar de sacar el agua de la barca somos nosotros los que la inundamos. A veces vivimos terribles momentos de soledad, que aun rodeados de personas que amamos, no podemos encontrar la paz. Y es en medio de estas tormentas, cuando igual que los discípulos, nos olvidamos que Jesús está con nosotros y nos preguntamos ¿Cómo es que estando en la misma barca, el no parece notar que me estoy ahogando?
37 “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.”
Al venir a Jesús, nuestras vidas comienzan a tomar un nuevo camino. Un camino que nos lleva a la perfecta voluntad de Dios. Es el alfarero y nosotros el barro en sus manos. El enemigo de las almas se enfurece al ver que aquél que iba rumbo al infierno ahora va camino al cielo, con vestiduras nuevas, con otra forma de hablar, con sentimientos sanos, y más todavía, con un nuevo acompañante dirigiendo su vida: el Rey de reyes. Inmediatamente comienza a lanzar dardos de fuego contra nuestra mente. Muchas veces, las tormentas se hacen violentas y tal pareciera que nuestra nave se hunde.
En esas tormentas, viene tristeza, algunas por problemas en el hogar aun con los seres que mas amamos. Otras, por enfermedades corporales, que nos debilitan, nos impiden poder servir a nuestro Cristo como anhelamos. Otras, por batallas internas contra nuestra propia carne por continuas tentaciones que nos llevan a vicios, a pérdida de tiempo precioso, tanto que en lugar de sacar el agua de la barca somos nosotros los que la inundamos. A veces vivimos terribles momentos de soledad, que aun rodeados de personas que amamos, no podemos encontrar la paz. Y es en medio de estas tormentas, cuando igual que los discípulos, nos olvidamos que Jesús está con nosotros y nos preguntamos ¿Cómo es que estando en la misma barca, el no parece notar que me estoy ahogando?
38 “Y el estaba en la popa, durmiendo sobre un
cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que
perecemos?” Al igual que
los discípulos, en medio de las tormentas, no apreciamos a quien tenemos en la
popa de la barca. Olvidamos que todo es parte de un proceso; que Jesús sigue
siendo el poderoso que sana leprosos, hace andar a los paralíticos, resucita a
los muertos, da vista a los ciegos, trae la paz verdadera a nuestros corazones
brindándonos salvación y vida eterna.
Cada noche
oscura de nuestras vidas, cuando el rugido de las olas que se le levantan nos
hace temblar y enfría la médula de nuestros huesos, ese es el momento de
recordar que Jesús todavía está en la barca, y cuando creemos que pereceremos,
el se LEVANTA,
39 “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo
al mar: Calla,
enmudece. Y cesó el
viento, y se hizo grande bonanza.” Cuanto
más fuerte se hace la tormenta, más grande se manifiesta Su poder.
No importa cuán terrible sea el diagnostico que de tu enfermedad han dado los médicos, y aunque te han dicho que es terminal y no te dan esperanza alguna, mantén en tu mente, en tu corazón y tu alma la certeza que EL se LEVANTARA, y escucharas cuando a esa enfermedad ordene: CALLA, ENMUDECE.
Su voz se oirá por sobre el ruido del mar diciéndote: Yo soy Jehová tu sanador. Todas tus enfermedades las llevé en mi llaga cuando fui a la cruz. Yo pagué tu precio con mi sangre y testifico ante el Padre que tú me has sido fiel en lo poco.
No importa cuán terrible sea el diagnostico que de tu enfermedad han dado los médicos, y aunque te han dicho que es terminal y no te dan esperanza alguna, mantén en tu mente, en tu corazón y tu alma la certeza que EL se LEVANTARA, y escucharas cuando a esa enfermedad ordene: CALLA, ENMUDECE.
Su voz se oirá por sobre el ruido del mar diciéndote: Yo soy Jehová tu sanador. Todas tus enfermedades las llevé en mi llaga cuando fui a la cruz. Yo pagué tu precio con mi sangre y testifico ante el Padre que tú me has sido fiel en lo poco.
Hay momentos de dificultad oirás otra voz, muy
suave, a tu oído: Estas
perdido, ya no hay ninguna solución a tu problema. Yo te lo dije; pero no me
hiciste caso. vas a perder a tu familia, vas a perder al ser que amas, ya lo de
ustedes no tiene solución, de esta cama
ya no te levantas. Es el momento de clamar a tu Salvador (Jeremías 33.3) porque
sabes de donde vendrá tu socorro (Salmo 121) y el que duerme sobre el cabezal
en la popa, se levantará para decirle a la voz inmunda: Calla, Enmudece.
En ocasiones se levanta una murmuración contra
tu ministerio, o el llamado de Dios cuando entregas las buenas nuevas de salvación
a uno que está perdido. En tu oído susurran voces inmundas que tratan de devaluar el
regalo que Dios te ha dado, diciéndote: ya
no tienes unción, el Espíritu de Dios se ha apartado de ti, tu no sirves para este
ministro, deja de esforzarte en vano, total nadie aprecia tu trabajo… es entonces que oirás una voz como la multitud
de muchas agua que ordena: Calla,
enmudece. O si una
persona es portadora del mensaje del enemigo y se opone a ti, también oirás: Pero
Jesús le reprendió, diciendo: !!Cállate, y sal de él! (Marcos 1:25)
Aun al caído,
Jesús lo levanta. Todo el secreto está en disponer el corazón para que El
actúe. Recuerda que es un caballero que solo te ayudara si tú se lo pides. Fue
el que dijo: “Venid a mí
los que estáis cansados y trabajados que yo os hare descansar” y si lo promete, ya es historia, porque se
cumple tal como lo dice. Jesús es nuestro reposo; porque tal como en los
tiempos Antiguo Testamentarios se guardaba el día de reposo, al encarnarse el
Verbo de Dios y nacer Jesús en Belén de Judea, el reposo es El, porque vino la
dispensación de la Gracia y cada día es un reposo en Jesús.
Búscalo en cada tormenta que se levante en tu
vida. Solo tienes que arrodillarte para ir a la popa de la barca donde el
cansado predicador, el divino Maestro,
duerme. Clama a El: Maestro, que perezco, más tu eres la vida. Sálvame;
Y El se levantará y dirá a tus olas Calla, enmudece y la calma volverá a tu
alma. Si tú le confesaste como tu único y suficiente Salvador. Tu alma es suya.
El cuida de ti; y de su mano no puede arrebatarnos el enemigo.
Jesús es el Arca de Salvación para Su iglesia
y ni una gota del juicio entrará donde El nos guarda. Jesús en el Nuevo
Testamento es el Arca de Salvacion como la que YHWH ordenó construir a Noé para
preservarlo con su familia del juicio por agua.
Jesús iba en
la barca con sus discípulos, los cuales eran experimentados marineros porque su
vida la habían dedicado a la pesca; pero ante la fuerza de la tempestad
resultaban inútiles sus esfuerzos por mantenerse a flote.
Jesús no era marinero de profesión, pero hizo el
mar con La Palabra y caminaba sobre él. El viento y el mar le obedecen. Deja
que El tome el timón de tu barca.
41” Entonces temieron con gran temor, y se decían
el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen”. Lo que a menudo
sucede es que no ponemos atención a las órdenes de Jesús y eso trae
consecuencias graves a nuestras vidas. Nunca Jesús nos va a ordenar algo que no
podamos hacer; porque sólo El puede hacer lo imposible. Si los discípulos
hubiesen reparado en que la orden del Mesías al
iniciar el viaje fue: “Aquel
día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado…” Lea bien … pasemos al
otro lado. Nunca dijo; Vamos a tratar de llegar al otro lado. La certeza de
la orden estaba en quien la dijo y hacerse a la mar en la misma barca con el
que hizo el mar, era una absoluta garantía de que llegarían a la meta. Pon tu
confianza en Jesús e inicia tu viaje a la salvación y vida eterna. El te dijo: pasemos (juntos, todos) al otro lado. Decídete
a ir con El.
36- “Y
despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también
con él otras barcas”. La barca en la que transportaban Jesús y sus discípulos salió en compañía
de otras barcas (que eran la multitud) pero con el ruido del mar no oyeron la
voz de Jesús ordenándo al mar que enmudeciera pero recibieron la paz y bonanza.
Amén.
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