Si hubiera… El
tiempo verbal de la frase es pluscuamperfecto de subjuntivo; algo inexistente,
imaginario.
S i … es un
condicionante. Una condición de algo que no existe porque hubiera o hubiese es algo pudo ser pero que no llegó a
ser, una posibilidad no ejecutada.
Las frases “si yo hubiera” o “si yo
hubiese” no son pluscuamperfecto como afirman los eruditos; sino realmente en el
tiempo verbal sensual “lamentativo del pasado no
presente” y son usadas con una frecuencia increíble. ¿Cuántas veces en
un día escuchamos o decimos?:
“Si hubiera
llovido, se hubiese salvado la cosecha”
“Si yo lo hubiera planificado mejor, hubiera
obtenido buena ganancia”
“Si lo
hubiese sabido, no hubiera insistido”
Solo
estamos expresando lo que deseábamos que sucediera pero que no pasó de ser
ilusión y nunca llegó a ser realidad.
Es nuestro intelecto, nuestro ser interior o
nuestra conciencia que nos está mostrando el camino correcto que debimos tomar;
pero cuando hacemos uso de nuestro libre albedrio, escogimos el rumbo errado. Copiamos
de las Sagradas Escrituras, algunos versículos que nos sirven de ejemplo para
este tipo de oraciones de lamento por nuestra falta de discernimiento para
optar por lo correcto. Aquí están:
Génesis 43:10 “pues si no nos hubiéramos detenido,
ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces.”
Jueces 13:23 “Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no
aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas
cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.”
1 Samuel 13:13 “Entonces Samuel
dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios
que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre”
Salmos 81:13 “!!Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera
andado Israel”
Mateo 23:30 “y decís: Si hubiésemos vivido en los días
de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.”
Juan 14:2 “En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así
no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”
1 Corintios 2:8 “la que ninguno de
los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de gloria.”
1 Corintios 4:7 “Porque ¿quién te
distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido?”
Gálatas 4:15 “¿Dónde, pues, está
esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios
ojos para dármelos.”
1 Tesalonicenses 2:8 “Tan grande es
nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo
el evangelio de Dios, sino
también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.”
Tito 3:5 “nos salvó, no por
obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y
por la renovación en el Espíritu Santo,”
Hebreos 4:8 “Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no
hablaría después de otro día.”
Hebreos 8:7 ”Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,
ciertamente no se hubiera
procurado lugar para el segundo.”
Hebreos 9:26 “De otra manera le
hubiera sido necesario padecer muchas veces
desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado.”
2 Pedro 2:21 “Porque mejor les
hubiera sido no haber conocido el camino de la
justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento
que les fue dado.”
Aclaramos que no son las únicas que se encuentran en La
Palabra de Dios sino que han sido tomadas sin ningún orden preconcebido; pero
que alguna forma son un buen ejemplo.
Pero no podemos
dar por concluida esta reflexión sin hacer mención al pasaje entre los versículos 19 al 35 de Evangelio de Juan; que se refieren a la
resurrección de Lázaro; leamos y meditemos: “y
muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su
hermano. Entonces
Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en
casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano
no habría muerto. Más también sé ahora que todo lo que pidas a
Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la
resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no
morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Habiendo dicho esto,
fue y llamó a María su hermana, diciéndole en
secreto: El Maestro está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de
prisa y vino a él. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba
en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en
casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de
prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María,
cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole:
Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús
entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también
llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
Y ahora llega a nosotros el
versículo más corto y poderoso de las Sagradas Escrituras: versículo 35 “Jesús lloró.”
Su humanidad reflejada en toda su
extensión; su alma sufriendo por la incredulidad de la gente. Sus amigas, -el
circulo intimo de sus relaciones amistosas- le dijeron que “si hubieses venido antes: no habría muerto Lázaro”
y los judíos que las acompañaban también lloraban y Jesús sabía que en
sus corazones le recriminaban su tardanza. Fue entonces que se estremeció en
espíritu y las lágrimas brotaron en sus ojos. Nadie creía que El era la vida y
la resurrección.
38-42 “Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una
cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. [El Señor esteba permitiendo que el hombre
participara del milagro haciendo lo que está en posibilidad de hacer, para encargarse
El de lo imposible.] Marta, la hermana del que
había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le
dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la
gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra
de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, (mostrando Su dependencia
del Padre celestial con su mirada en lo alto, oró en acción de gracias) alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que
siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para
que crean que tú me has enviado.
El pasaje en Hechos
5: 34-41 también contiene un gran mensaje
que debemos extraer y grabar en nuestro corazón. Gamaliel, fariseo, doctor de
la ley, levantándose en el Concilio, les hizo una reseña de los levantamientos
religiosos que se habían dado en la región y que todos habían fracasado. Les
aconsejaba que les dejasen porque si la obra no viene de Dios desaparecerá;
pero si es Dios, NADIE la detendrá.
“Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado
Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera
por un momento a los apóstoles, y luego dijo: Varones
israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.
Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste
se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos
los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se
levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho
pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. Y
ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas
si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez
hallados luchando contra Dios. Y convinieron con él; y llamando a los
apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de
Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del
concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa
del Nombre.”
Gamaliel condicionó sus palabras a SI eran de Dios o NO.
Esa sería la diferencia. Si trataban de detenerla y la
obra continuaba y crecía, dirían con toda seguridad en tiempo “lamentativo”: “Si hubiéramos
hecho caso a Gamaliel, no habríamos
tenido este problema”
Sumamos
a la lista de versículos que condicionan la voluntad de Dios los tan conocidos
de 2 Crónicas 7:13-14 sobre el pacto que Dios hizo con Salomón:
“Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia,
y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare
pestilencia a mi pueblo; Si se
humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
La promesa de Dios y las bendiciones estaban siendo condicionadas
al cumplimiento de los requisitos.
Solo hay dos opciones: Obedecer y recibir la recompensa;
o seguir en desobediencia y pagar las consecuencias. (Deuteronomio 28)