Sunday, May 19, 2013

TIEMPO DE CALLAR


            

La  reflexión  de hoy está basada en el pasaje bíblico de Eclesiastés 3:1-5 haciendo énfasis sobre el tiempo de callar y habiendo sido motivada por la dificultad que tenemos los seres humanos de mantenernos en silencio cuando no tenemos nada bueno que decir:”Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;  tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;  tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar  y tiempo de hablar;”

El mejor ejemplo nos lo dio el divino Maestro cuando iba hacia el lugar del sacrificio. Narra en profecía Isaías 53:3-7 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.  Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”.

Se necesita saber en que momento hablar y en que momento callar. Ambas funciones son importantes; pero se necesita de la sabiduría de Dios para hacer lo correcto en el momento oportuno. Unicamente La Palabra de Dios y Su mensaje de salvación adquieren la connotación de imprescindibles de callarse; porque El mismo nos comisionó a compartirla con todas las personas, en todo lugar y en todo momento.

Cuando entremos en oración debemos tener la actitud de Job que preguntaba para que Dios le enseñara ya que hasta ese momento de oídas, de lo que le habían contado, creía conocerlo; hasta que Dios le abrió los ojos espirituales y pudo verlo tal como realmente es. Después de haber pasado por una prueba durísima y  perderlo todo: Hijos, mujer, posesiones y salud; hasta entonces fue que Job entendió que el hombre no puede inclinar a su favor la voluntad de Dios y que no importa lo piadosa que sea su vida para agradarlo. Que la relación con El es personal y que todo lo que nos rodea es pasajero ya que solo El es eterno

 Me callare para el mundo y solo hablare contigo y sólo a ti te oiré; háblame Señor:                                                                                             
Job 42:4-5          
Oye, te ruego, y hablaré;                                                          
Te preguntaré, y tú me enseñarás.                                            
De oídas te había oído,                               
Mas ahora mis ojos te ven.

Cuentan esta historia de cómo se salvaron de la muerte un predicador y un borracho; pero un ingeniero que no sabía callar sufrió la condenación:

Llevaban a la guillotina a un predicador, a un borracho y a un ingeniero.
Le preguntaron al predicador si quería estar boca arriba viendo la afilada hoja, o boca abajo viendo la tarima de ejecución cuando le llegara la hora.                                                                              
El predicador contestó que quería estar boca arriba, para estar orando y mirando al cielo al morir.

Levantaron la hoja de la guillotina y la dejaron caer. La hoja bajó veloz y de repente se detuvo, a unos cuantos centímetros de su garganta.          
Las autoridades consideraron esto como una intervención Divina e impresionadas por el milagro perdonaron y liberaron al predicador.
Luego, llegó el turno del borracho, quien también decidió morir mirando al cielo, esperando recibir el mismo milagro del predicador.                
La cuchilla fue levantada nuevamente, y soltada. Bajó velozmente y
de pronto se detuvo apenas a centímetros del cuello del borracho
Finalmente llegó el turno del ingeniero, quien también optó por morir boca arriba.
Levantaron lentamente la hoja de la guillotina, cuando de repente el ingeniero, con los ojos entrenados por su profesión, viendo un desperfecto en el mecanismo de la guillotina, dijo: "!Hey, ya sé porqué no cae la hoja de la guillotina...!"
Los verdugos, arreglaron el mecanismo, y el ingeniero fue puesto nuevamente en la guillotina, y esta vez, gracias a la profesional asesoría  funcionó perfectamente.
Como nos dice Eclesiastés 3, era un  momento para callar:
Aun cuando podamos estar ansiosos de compartir con otros lo mucho que sabemos, Solo la sabiduría de Dios nos dirá cuando es mejor callar o hablar.                                    

A veces nos metemos en problemas por decir algo que debimos callar o cuando callamos algo que debimos decir.

Igual pecado es el que cometemos cuando obramos mal; que cuando omitimos algo que es nuestra obligación hacer.

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