Monday, April 8, 2013

PELEANDO EN UNIDAD


 

 

                              

Lectura bíblica:  Josué 6:1-10 “Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. 2- Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.  Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.  Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová. Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová. 8- Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de Jehová los seguía. Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente. Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis”.

Al pasar el Jordán, Jericó era la primera ciudad que encontraron los israelitas; una de las mayores fortalezas de la tierra. La grande y rica ciudad de Jericó, se hallaba frente a ellos, a poca distancia de su campamento de Gilgal. Situada al margen de una llanura  en que abundaban los ricos y diversos productos, era una ciudad orgullosa, en cuyos palacios y templos moraba el lujo y el vicio.

A la vez, Jericó era una de las sedes principales de la idolatría, y se dedicaba especialmente al culto de Astarot, diosa de la luna. Alli se concentraban todos los ritos más viles y degradantes de la religión de los cananeos.                

Durante seis días, el ejército de Israel dio una vuelta alrededor de la ciudad. Llegó el séptima día, y Josué dio la orden de marchar siete veces alrededor de la ciudad, y cuando oyesen el fuerte tañido de las trompetas, que gritasen en alta voz, porque Dios les había dado la ciudad. Reinaba el silencio…  sólo se oía el paso lento y uniforme de muchos pies que marchaban perturbando la tranquilidad.

 Las murallas macizas de piedra sólida parecían imposibles de conquistar ante el asedio de los hombres. Los desconcertados vigilantes en las murallas veían con temor creciente, que desde la primera vuelta hasta la sexta marchaban callados los enemigos. No entendían que objetivo podrían tener estos movimientos. No tuvieron que esperar mucho tiempo: Cuando acabó la séptima vuelta, el desfile hizo alto.

Las trompetas, (Shofar) que hasta ahora habían callado, rompieron el silencio y soltaron al unisonó, un ruido atronador unido al griterío del pueblo.             

Las paredes de piedra sólida y sus torres, se estremecieron  levantándose de sus cimientos, cayendo desplomadas en ruinas. Los habitantes de Jericó quedaron paralizados de terror y los ejércitos de Israel penetraron en la ciudad y tomaron posesión de ella.

 Sitios arqueológicos de Palestina:

En la actualidad las zonas bíblicas están llenas de excavaciones, sitios arqueológicos y museos abiertos al público en general. Entre los más destacados se encuentran las Murallas de Jericó.  Aún existen discusiones acerca de si dicha destrucción corresponde a la descrita en la Biblia o no.                                                               
Pat Zukeran, estudió los documentos y nos dice: “Según la Biblia, la conquista de Jericó ocurrió alrededor de 1440 d.C. La naturaleza milagrosa de la conquista ha hecho que algunos estudiosos descarten la historia como algo folclórico. ¿Apoya la arqueología el relato bíblico? Durante el último siglo, cuatro arqueólogos destacados han excavado en el sitio: Carl Watzinger (1907-1909), John Garstang (fines de la década de 1930), Kathleen Kenyon (1952-58)  y actualmente, Bryant Wood. El resultado de estos trabajos ha sido notable: Descubrieron que Jericó tenía un sistema de fortificación impresionante. Un muro de retención de 5 metros de alto rodeaba la ciudad. Encima del muro, había un muro de ladrillos de unos 2.5 metros, fortalecido por detrás por un murallón de tierra. Se encontraron estructuras domésticas detrás de este primer muro. Otro muro de ladrillos circundaba la ciudad. Las estructuras domésticas que se encontraron entre ambos muros concuerdan con la descripción del alojamiento de Rahab en Josué 2:15. Los arqueólogos también encontraron que, en una parte de la ciudad, había grandes pilas de ladrillos en la base tanto del muro externo como del interno, lo que indicaba un desmoronamiento repentino de las fortificaciones. Los eruditos piensan que un terremoto, que podría explicar también la detención del flujo del Jordán en el relato bíblico, causó este colapso. Los ladrillos del desmoronamiento formaban una rampa por la cual un invasor podría entrar fácilmente en la ciudad (Josué 6:20).

Con relación a este sorprendente descubrimiento, Garstang dice: "En cuanto al hecho principal, entonces, no queda ninguna duda: los muros cayeron hacia afuera tan completamente que los atacan-tes podrían haberse trepado sobre las ruinas de la ciudad". Esto es notable, porque cuando son atacadas las ciudades, los muros caen hacia adentro, y no hacia afuera.

Una espesa capa de hollín indica que la ciudad fue destruida por fuego, según se describe en Josué 6:24.

Kenyon lo describe de esta forma: "La destrucción fue completa. Los muros y pisos quedaron ennegrecidos o enrojecidos por el fuego, y cada habitación estaba llena de ladrillos caídos". Los arqueólogos también descubrieron grandes cantidades de trigo en el sitio. Esto, también es consistente con el relato bíblico de que la ciudad fue capturada rápidamente. Si hubiera caído como resultado de un sitio, el trigo hubiera sido usado. Según Josué 6:17, a los israelitas se les prohibió saquear la ciudad; tenían que destruirla por completo. Si bien los arqueólogos estaban de acuerdo en que Jericó fue destruida violentamente, no concordaban con la fecha de la conquista. Garstang sostenía la fecha bíblica de 1400 a.C., mientras Watzinger y Kenyon creían que la destrucción ocurrió en 1550 a.C. En otras palabras, si la última fecha es correcta, Josué llegó a una Jericó que había sido destruida previamente. La fecha más temprana plantearía un serio desafío a la historicidad del Antiguo Testamento.

El Dr. Bryant Wood, que está excavando en el sitio actualmente, encontró que la fecha más temprana de Kenyon estaba basada en suposiciones erróneas sobre la alfarería que se encontró en el sitio. Su fecha más tardía también está basada en el descubrimiento de amuletos egipcios en las tumbas al noroeste de Jericó. En estos amuletos estaban inscritos los nombres de faraones egipcios entre 1500 y 1386 d.C., mostrando que el cementerio estaba en uso hasta fines de la Era de Bronce (1550-1400 a.C.). Finalmente, una pieza de carbón fue encontrado en los restos que fue fechada en 1410 a.C. La evidencia lleva a Watson a esta conclusión: "La alfarería, las consideraciones estratigráficas, los datos de escarabajos y carbono 14 apuntan todos a la destrucción de la ciudad cerca del final de la Edad de Bronce, alrededor de 1400 a.C.

Por lo tanto, la evidencia arqueológica actual apoya el relato bíblico sobre cuándo y cómo cayó Jericó”.

 Jericó estaba bien cerrada; nadie entraba ni salía; pero Jehová dijo a Josué que la iba a entregar con su rey y guerreros. Explicó su plan: Rodear la ciudad una vez cada día durante seis días. Los hombres de guerra irán adelante y detrás de ellos, siete sacerdotes llevando  siete cuernos (Shofar) delante del Arca del Pacto y al final, detrás del Arca, cerrando el desfile, la retaguardia. Los sacerdotes harán sonar sus bocinas pero el pueblo irá en silencio detrás. Hasta el séptimo día darán seis vueltas; pero en la séptima vuelta al oír el sonido prolongado de la shofar, gritarian y los muros caerán. Entonces cada uno correrá hacia adelante y entrará en la ciudad destruyéndola. Esta rara estrategia tenía por objetivo que la obediencia de todos los invasores se fortaleciera y que comprobaran que la UNIDAD es algo poderoso, así como leemos con Gedeón ante los madianitas. Este era un verdadero trabajo en equipo en donde cada uno ocupó el puesto que le designaron y cumplió con su tarea individual.

 Y el resultado fue… LA VICTORIA. ¡¡ Aleluya !!                        

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