Wednesday, February 13, 2013
La palabra
“apóstol” básicamente es una transliteración de la palabra griega “apostolos”.
Se define como “alguien enviado con una comisión”. No es sencillamente un
“mensajero”, que viene de la palabra “angelos”, de la cual también tenemos
nuestra palabra “ángel”.
Se refiere
única y exclusivamente a los hombres que Dios llamó para levantar su Iglesia y
establecer los fundamentos de la doctrina de Jesucristo, en la época de la
Iglesia primitiva. Estos eran los llamados
Apóstoles del Cordero. A la muerte de Judas, los once eligieron a Matías
como substituto. Cuando decapitaron a Jacobo (Hechos 12.2) hermano de Juan, volvieron a ser doce porque
Pablo ya ocupaba el puesto número trece.
Actualmente se ha levantado una moda de supuestos "apóstoles"
que nadie puede testificar de que vieron a Jesús resucitado y pretenden engañar
a muchos, interpretando textos fuera de contextos, y arrastrando multitudes a
la falsedad.
Un requisito
bíblico del apostolado es que los apóstoles fueron llamados directamente cara a
cara, por Jesucristo mismo, (con la excepción de Matías que sustituyó a Judas Iscariote).
Principalmente, los apóstoles tenían que haber sido testigos oculares de la
resurrección de Cristo (Hechos 1:22). Después de su resurrección, Jesucristo se
le apareció a más de 500 personas, siendo Pablo el testigo ocular que recibió
la última aparición de Jesús cuando iba camino a Damasco. Los acompañantes
oyeron la voz, aunque no vieron nada. Es por esta razón que Pablo se clasifica
asimismo como un "abortivo" de Jesucristo (1 Corintios 15:8). La palabra abortivo, del original griego:
"éktroma", es una connotación que se refiere "al último de
todos” [los apóstoles]. Pablo claramente nos indica que después de él no hay
más apóstoles llamados por Jesucristo, porque como dice el texto, él mismo vino
a ser el "último de todos". Y aquellos que osadamente,
pretendieron ser "apóstoles" sin tener el directo llamado de Jesús,
fueron clasificados como: "fraudulentos, disfrazados de apóstoles" como
lo dice en 2 Corintios 11:13.
En el
evangelio de Marcos 13:21-22; Jesús nos advierte cuidarnos de los engañadores que vendrán en estos tiempos postreros: ”Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí
está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis. Porque se levantarán falsos
Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese
posible, aun a los escogidos” Lamentablemente
esto se vuelve a repetir en nuestros días, cuando resurge el mismo patrón de los
auto-llamados "apóstoles” de
Cristo; personas que, en el nombre del evangelio,
solo buscan ganancia económica por medio de la falsa doctrina. Y característica
especial, es que los "apóstoles” modernos se revisten de altivez, procurando
ser el centro de atracción en los eventos públicos y actividades religiosas. Un detalle
muy interesante es que la mayoría de los
auto proclamados "apóstoles y apóstolas" de hoy día también son
pastores. No existe ninguna referencia en el Nuevo Testamento en donde se mencione
que los apóstoles eran también pastores. Esto, por supuesto, en una clara
manipulación de las Escrituras. En los tiempos de la Iglesia Primitiva no
existían pastores-apóstoles. Esto es un título ficticio que no tiene ningún apoyo
bíblico
No obstante,
en su carta a los efesios, el apóstol Pablo,
describe los dones y explica la importante misión que Cristo dio a su Cuerpo es
decir, a la Iglesia. Pablo dice: "Y él mismo [Espíritu
Santo] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo..." (Efesios
4:11-12).
Es
evidentemente claro, que este pasaje guarda una estrecha relación con la época
en que la Iglesia estaba en una etapa primitiva, y existía una gran necesidad
por expandir el evangelio. La Iglesia necesitaba un grupo de obreros calificados,
con dones especiales, para edificar, es decir, organizar la Iglesia a la
plenitud del evangelio y fundarla con las bases doctrinales de las enseñanzas
de Cristo. Es lo mismo que aun teniendo en las manos los planos de un gran
edificio, se necesita conseguir los obreros capacitados para comenzar la
edificación de la obra.
La misión de
los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, mencionados en
Efesios 4:11-12, referente a una repartición de dones entre los santos varones
de aquella época, que el Espíritu Santo eligió y perfeccionó, es decir,
capacitó, para este fin. Una vez que la Iglesia es edificada, y fundada con
toda la plenitud de la doctrina de Cristo, se cumple la misión edificadora de
estos varones y la obra ministerial del evangelio, continúa bajo la
responsabilidad de los evangelistas, pastores y maestros.
A esta
proliferación de “apóstoles” se une otra –aunque menor-
de “profetas”.Todos estos movimientos se deben a que ya no se tiene en
el corazón la necsaria humildad para estar agradecidos con Dios por permitirnos
a unos el pastoreo de las almas y teniendo en poco el oficio, tratan de
arrebatar títulos más pomposos (nombrados por los hombres) como el de “santo” ,
profeta o apóstol llegando al colmo que en una secta “cristiana” se les llame “querubines”.
Podemos
entender la desviación de la mente de algún pastor que sintiendo que ese título
no va de acuerdo con su gran personalidad y santidad, quiera exaltarse el solo
y busque nombramientos como apóstol o profeta; pero es inconcebible que los que
están sentados cada domingo viéndolo y oyendo su predicaciones, no se levanten
de sus asientos y salgan corriendo a buscar una congragación menos contaminada.
La
iglesia a perdido la visión por el
perdido y necesitado, solo busca espectáculos, riquezas, poder y cantidad de miembros. Jesús entró en Jerusalén en un pollino
prestado (Mateo 21:2, Juan 12:15), y estos apóstoles aspiran a tener sus
propios aviones y andan en limosinas. Jesús no tuvo
ni donde recostar su cabeza (Lucas 9:58), estos apóstoles se hospedan en los
hoteles más lujosos de las ciudades que visitan. Jesús sirvió y lavó los pies a sus
discípulos (Juan 13:5), estos apóstoles llevan lacayos que le secan el sudor de
su frente, y cargan su chaqueta. Mas parecen imitadores del papa de
Roma, porque hablan y aparentan humildad y viven en palacios de lujo, rodeados
de sirvientes, disfrutando de ricos manjares, viajando sin pagar nada y
codeándose con ricos y poderosos, incluso involucrados en política.
Manipulan la Palabra de Dios y distorsionan textos tales
como Efesios 2:20-22 que dice: “Edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados
para morada de Dios en el Espíritu”.
Un “apóstol” daba la interpelación de
este pasaje así: “Para la edificación de la iglesia, Dios estableció que
el fundamento está sobre los apóstoles y los profetas (que son ellos). A estos
encargó de la coordinación en el gobierno y la administración de la iglesia;
los profetas dan instrucción que procede de Dios y los apóstoles administran su
cumplimiento”.
Pablo hacía referencia al
fundamento histórico que nos heredaron los apóstoles en el
pasado, que es “el consejo de Dios”, para eso existe el Canon Bíblico (Lucas
16:29) y no se necesita más revelaciones. Estos falsos maestros trata de
presentar un hecho pasado como un anuncio futuro y afirmar: “Dios usa a los apóstoles y profetas para recibir a través de su
Santo Espíritu la revelación de lo escondido u oculto. Esto les es dado con el
propósito de que lo revelen a su pueblo y se instituyan los cambios que la
nueva revelación exige”. Si creemos estas
afirmaciones, nos colocados en la frontera de la apostasía y jugamos
peligrosamente con el anatema del que nos previene el apóstol Pablo Gálatas 1:8.
La contaminación eclesiástica
con doctrinas de error sigue las costumbres mundanas habiéndolas
adaptado al culto, modas (ropa y fiestas) y música sensual secular que invaden
las congregaciones, incluyendo la
influencia de prácticas ocultistas de la Nueva Era. Estos apóstoles y profetas
modernos hacen alianza con la prosperidad y adoptan conducta empresarial en las
iglesias, semejante al sistema mercantil y empresarial del mundo secular. Por
ejemplo el modelo de César Castellano en su “Visión
del gobierno de los doce” (G-12). Algunas de sus enseñanzas son capias de
otros, aunque las presente como suyas. Imita a un empresario coreano llamado
Kim Woo Choong, que escribió un libro: “El mundo es
tuyo, pero tienes que ganártelo”. Castellanos enseña casi lo
mismo y lo cita en su libro “Sueña y
ganarás el mundo”, lo que deja ver que leyó el libro del
empresario coreano Kim Woo Choong y fundamenta en una dinámica mercantil
adaptada a la iglesia y el discipulado. Algo semejante a la empresa AMWAY.
Debemos poner un alto a estas tendencias megalómanas en
algunos líderes actuales, para evitar a la iglesia una confusión terrible. Con
autoridad y firmeza, combatamos con la
espada de la Palabra de Dios todas las mentiras del diablo.
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