Un misionero
cristiano que pasaba por un rio; vio cómo un alacrán se estaba ahogando,
decidió sacarlo del agua, pero cuando trató de hacerlo, el alacrán lo
picó. Por la reacción al dolor, el misionero lo soltó, y el animal cayó
al agua y de nuevo estaba ahogándose. El misionero intentó sacarlo otra
vez, y de nuevo el alacrán lo
picó. Alguien que había observado todo, se acercó al misionero y le dijo:
-"Perdone,
¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del
agua lo picará?". El
cristiano respondió: -"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no
va a cambiar la mía, que es ayudar". Y
entonces, ayudándose de una hoja caída de un árbol, el predicador sacó al animalito del agua y le salvó la
vida. La naturaleza es la que nos gobierna y hace
actuar de una u otra manera. Es una mezcla de instintos, cultura,
ambiente, educación y conducta sen-sual. Se complace haciendo los deseos de la
carne tomando nuestra voluntad; y así vivíamos en otro tiempo, haciendo
lo que mandaba nuestro pensamiento; pero dice La Biblia en Efesios 2: 3-8
que estando muertos en delitos y
pecados, Dios por su misericordia nos hizo el regalo más grande que un
ser humano puede recibir. Nos hizo resucitar de ese estado y nos dio por
gracia la salvación. No por las obras que hicimos, sino por fe; por lo
tanto nadie puede gloriarse en el cambio sufrido. Toda la gloria es para
Jesucristo.
Nuestra naturaleza era como la del
alacrán. Hacíamos incluso lo que torpemente, podía llevarnos a la muerte
y no aceptábamos la ayuda de otro, hasta que Cristo nos cambió.
►No dejes de ayudar a alguien por
temor a que te hagan daño; solo debes tomar precauciones.◄
Romanos 12:21 “No seas vencido por lo malo; mejor vence con el
bien el mal”
Si
vemos a alguien padeciendo una
necesidad –grande o pequeña- y
tenemos los recursos para ayudarle, un sentimiento de compasión debe
movernos para resolverle el problema. Esta compasión es totalmente
distinta a la lástima; porque la compasión es un sentimiento
propio del individuo que nace en el corazón del que ve la necesitad y la
lástima, es un sentimiento pasajero, sin profundidad que se aplica al sujeto que tiene la
necesidad y muchísimas veces aplicamos la lastima cosas
superficales: “Lástima que está
lloviendo y no iremos a la playa” ‘lástima que no te sacaste la lotería”
La compasión es cercana a la misericordia porque nos mueve al
cambio. Cuando ejecutan a un
asesino, solo siento lástima porque sé que se lo merecía por el delito
que cometió. Pero la misericordia o la compasión son las que me hacen
sentir dolor en el corazón porque también sé que si le hubieran hablado
de Cristo a ese hombre ejecutado, su vida pudo ser cambiada y distinta a
la que acabó ese día. La
mejor explicación de misericordia la dio
-por supuesto- el divino Maestro en Lucas Capitulo 10
en la Parábola del Buen
Samaritano. Pasó un sacerdote, le vio, (posiblemente sintió
lastima) y se fue. Pasó
un levita que cuando le vio, (posiblemente sintió lastima) y se marchó. Pero cuando pasaba un hombre de Samaria
(pueblo enemigo de Israel) ; (10:33) le vio, y acercándose fue movido a misericordia; esta frase nos habla de una acción, de
movimiento; (34) lo atendió
vendando sus heridas, echando aceite y vino y le montó en su cabalgadura
y llevándolo al mesón, lo cuido. (35) pagando por el todo lo gastado y
prometiendo pagar por lo que se gastaría mientras el volvía.
Esta parábola conmovió mi alma el día que la lei y medité
en ella. Cuando el Espíritu Santo
me reveló todo el evangelio condensado en una charla. Supe que me hablaba Jesús en forma de
samaritano porque en el camino de la vida, sufrí ataques de enemigos que
me dejaron tendido y moribundo. El ladrón que me atacó quería robarme,
matarme y destruirme, Ya había
pasado por mi lado una religión y muchas filosofías humanas, pero se fueron de largo y no me cambiaron;
menos podían salvarme. Vino un día a mi
vida Jesús, -mi buen
samaritano- y encontrándome muerto en delitos y
pecados; desangrándome por mis heridas; contami nados mis pulmones por la
nicotina, con las venas llenas de sangre revuelta con cerveza, la mente
sucia, llena de rencores y el
corazón endurecido. Estaba para cuidados intensivos especiales y bajó de
su caballo blanco y se acercó a mí. Vendó mis heridas. Me cubrió con el
vino del Nuevo Pacto y con su sangre derramada en la cruz del Calvario
inyectó nueva vida en mí. Me ungió con el aceite del Espíritu Santo. (Hechos
4:12) Me llevó a una casa de oración y habiendo pagado por lo gastado dijo que pagaría por lo que
gastaran en mi cuando regresara.
Si Jesús nos prometió
regresar, lo hará; porque El siempre cumple sus promesas. Lo que promete,
en ese instante se convierte en historia. El me dijo: Vendré en breve.
Yo le
creí y lo estoy esperando. Por eso
me uno al Espíritu para decir:
Ven. Amén, si, ven, Señor
Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
sea con todos vosotros. Amén.
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